viernes, 7 de junio de 2013

Marcharse no es irse de vacaciones

Marcharse no es irse de vacaciones. De eso ya me di cuenta el primer día. El día que cogí el avión y me tuve que despedir de mis personas más cercanas. Pensaba que sería más fácil, pero no pude. Mi boca se contuvo, mi garganta me oprimía y mis ojos empezaron a brillar. No pude. Fui incapaz de articular palabra. Un fuerte abrazo. Un adiós. Y poco más. Y me dio rabia que fuese así.

Y mirad que yo soy una persona acostumbrada a viajar. Incluso solo. Independiente. Y no especialmente apegado a los míos. Pero este atasco emocional me cogió por sorpresa. A veces soy duro, demasiado duro. Y pensaba que esta situación también la tendría controlada, pero no. El vuelo a Londres fue difícil.

Manuel Ferro retrató la emigración gallega de hace 60 años

Supongo que no soy un bicho tan raro y este sentimiento de pérdida, de fin de un ciclo y comienzo de otro, de soledad, de no saber qué pasará y de pensar que dejas atrás y lejos a tus seres queridos, toda tu vida, será bastante frecuente entre las personas que no nos vamos de viaje, sino que nos marchamos de nuestro país, por lo menos durante un tiempo largo.

Quiero pensar que sí, que es normal. Recuerdo leer en un foro el comentario de una chica, desesperada, porque tenía el vuelo al día siguiente y no se quería ir. E incluso a pesar de que al otro lado le estaba esperando su novio. Y la gente le respondía intentando tranquilizarla. Diciéndole que ese sentimiento era normal. Yo me quedé con la copla durante el vuelo.

Y aún encima al llegar a Londres, cargado como un burro con las dos maletas y el portátil, me lío como un paleto con un ascensor del metro (mejor no lo cuento). Después no encuentro la parada del bus de Easybus, que me debería llevar al aeropuerto de Gatwick (buscaba una estación como dios manda con un gran letrero, y al final era una mísera parada de bus urbano…). Y la gente a la que le preguntaba, o eran de fuera y no tenían ni idea, o eran londinenses con su característica, y muy suya, amabilidad de “búscate la vida”

Abajo a la izquierda, la única indicación del Easybus

Después, aún encima, tuve que pagar otro billete para una de mis maletas. Este me costó 10 libras, cuando el que había reservado por internet solo había costado 2. Por lo visto únicamente se me permitía una maleta y el ordenador. Se ve que de alguna forma tienen que sacar el dinero.

Llegar al “hotel cápsula” y poder contactar con los míos me relajó.  Lo que tengo claro es que yo, esté donde esté, necesito mi espacio. Un lugar donde encontrarme cómodo y seguro, aunque sea una cápsula de poco más de 4 metros cuadrados. Lo de ir con la casa a cuestas no me gusta.

Con la televisión en la cama, tal cual, en mi camarote en Yotel

La experiencia en Yotel me encantó.  Me pareció un hotel muy práctico. Cama grande con televisión de plasma a los pies. El baño, váter incluido, solo separado por la mampara de la ducha. Igual muy poca intimidad si es para dos personas. Una mesa plegada a una pared, que puedes extender sobre el diminuto pasillo, y una banqueta también plegable colgada de la puerta. Este alojamiento, además de en Gatwick, lo tenéis, por si lo necesitáis, en el aeropuerto de Heatrow, en el de Amsterdam y en el de Nueva York. En España a sufrir durmiendo en el suelo de los aeropuertos.

A la mañana te levantas y ya estás al lado de la terminal de salidas. Además, en la web también te ofrece la posibilidad de coger menos horas a un precio más barato. Yo pillé la noche entera por Booking y me salió por 50 euros.

Foto hecha desde la cama. Como veis el espacio es muy limitado

Pues eso, a lo que iba, que marcharse no es irse de vacaciones, que es duro empezar en un nuevo país. El idioma lo complica, por supuesto. También que las cosas se hagan de otra manera. Sé que insisto mucho en el tema, pero es que lo veo así. No es España. No es Europa. Así que lo mejor es observar, preguntar y adaptarse. Y después porque estás solo. Porque tienes que empezar de nuevo. Y cada día que pasa es un reto. Y cada persona que vas conociendo, cada paso que vas dando, un pequeño triunfo

Hay que reinventarse y seguir...

2 comentarios:

  1. Si pudieron Paco Martínez Soria y sus gallinas con Madrí, tú tb. Ánimo. Me ha gustado mucho lo del hotel en las terminales. Como es el primer mundo, madre.

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  2. Gracias, Ivi. Sí, el primer mundo es la hostia... Pero, bueno, creo que en ocasiones nosotros, en nuestro mundo, no tenemos nada que envidiarles, y hacemos cosas mejor... Lo que no entiendo es porque a nosotros nos va tan mal y a otros tan bien. A ver si lo descubro por aquí, allén de los mares, y os lo cuento :P

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