jueves, 9 de mayo de 2013

Y de repente la gran ciudad

La vida en Vancouver sigue su curso. Los días son bastante agotadores. El viaje diario hasta el centro se me hace pesado. Al final entre ida y vuelta son unos 40 minutos caminando y otros 50 de tren. A ello hay que sumarle las caminatas por downtown para ir conociendo la ciudad. Y después las vueltas que puedo dar para encontrar las cosas. Todo son calles paralelas y los edificios, muy parecidos. Y, bueno, yo es que tampoco soy un as en cuanto a orientación…

Los efectos espejo en los edificios son increíbles

Sigo sin tener teléfono canadiense. Al final haber liberado mi teléfono español no me ha servido para nada. Me han dicho que ese modelo no sirve aquí. Alguna compatibilidad en no sé qué. Al banco todavía no he ido, pero entre que EVO Banco ya no cobra comisiones en cajeros del extranjero y que por aquí se puede utilizar la tarjeta de crédito en todas partes tampoco me urge mucho. En cuanto al visado de trabajo, mañana tengo una cita en la escuela para solicitarlo.

Parece una chorrada pero a veces hasta conseguir la cosa más insignificante en un país diferente puede hacerse una odisea. Llevo varios días buscando una carpeta normal, de cartón, para llevar las cosas un poco más organizadas en la bolsa, y nada, tan solo encuentro clasificadoras y archivos…



En cuanto a la escuela, sigo sin integrarme demasiado. El profesor de la mañana, bien, aunque para estar en nivel 14 me parece que se para mucho en cosas muy sencillas. Van muy despacio, pero entiendo que a un estudiante asiático la gramática le tiene que costar mucho más. Llevamos tres mañanas viendo los pronombres relativos… Las clases de la tarde sí que no me gustan nada. Y el profesor me parece repulsivo. Las pintas no tienen desperdicio. Hoy se quitó los zapatos y dio las clases en calcetines, aunque parece que a nadie le extrañó mucho. Pero lo peor es que tiene algún problema de dicción y no muestra nada de empatía con los alumnos. Él va a lo suyo. Y, bueno, el perfil de los estudiantes de esta clase es muy parecido al de un instituto. Estoy pensando en pedir cambio, pero creo que no les suele hacer mucha gracia.

Tardé mi tiempo en encontrar el edificio reflejado...

Lo mejor de todo ha sido el gran descubrimiento de la tarde. Hoy sí que he vivido la gran ciudad. He paseado por lo que me ha parecido el centro financiero, similar a la Citty londinense. Rascacielos acristalados que producían unos juegos de luces y efectos espejo increíbles. No paraba de quitarme la cámara del bolsillo para disparar. Y entre tanto edificio moderno, el reflejo de uno más clásico, cuyo original me costó encontrar porque estaba detrás de otro y no encontraba de donde procedía el reflejo. Por fin más movimiento, más sensación de gran urbe.

El mar da una gran sensación de amplitud y luminosidad

Esto todo no era más que la antesala de algo más grande. Encuentro el mar y el Canadá Place, y de repente se ve una amplitud enorme. Una especie de ría llena de luz. Y al fondo, North Vancouver, el municipio que está enfrente, con las montañas nevadas detrás, y que se comunica con la ciudad a través de ferrys al estilo Cangas-Vigo. La verdad es que dar un paseo por esa zona me dio vida y me hizo sonreír.

Al otro lado del mar, North Vancouver y las montañas nevadas

En vez de yates, hidroaviones!


2 comentarios:

  1. Las fotos que cuelgas son muy chulas, la ciudad la verdad es que es muy apetecible, y me recuerda de un libro que leí siendo pequeño "Pesadilla en Vancouver", muy entretenido.Tú clase la verdad parece la ONU, y como no, un gallego en medio.
    Disfruta de la estancia, y síguenos informando.

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  2. Gracias, Juan, por seguirme. No me habias hablado de ese libro... Ya te contare sobre las clases :P

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