Pero todo el mundo que te conoce te bombardeará con un “¿cuándo
te vas?”, por lo que es difícil escapar de la respuesta. Yo, como buen
planificador, ya sé las fechas de todo el proceso desde hace tiempo y así lo he
ido contando a quien me lo ha preguntado. El martes 30 de abril dejaré Vigo. El
viernes 3 de mayo, el país. Y el sábado 4 de mayo marcharé de Europa por
Londres y llegaré a Vancouver.
Para las despedidas mejor no dramatizar. Bueno, para las
despedidas y para concienciarte tú mismo para tu nueva aventura. Mejor pensar
que es solo algo temporal. Y que aunque el visado, por ejemplo en mi caso, sea
de casi un año, podría volver mucho antes si así lo desease. Pensar en pasar un
año entero fuera de tu mundo y de tu gente da vértigo. Pero pensar que vas a
estar unos meses y después valorar si te vuelves o te quedas un poco más,
significa que si te quedas un poco más es porque estás bien y te compensa.
Pues así piensa mi cabeza. Mi objetivo es permanecer en Vancouver los casi seis
meses que dura el curso de inglés. Después podría quedarme casi otros seis y trabajar, pero eso ya lo veré una vez allí. Si me apetece, estoy
a gusto y encuentro trabajo para poder cubrir gastos o alguna experiencia
laboral interesante que me pueda ser útil en el futuro. Así que si me quedo, será
porque me compensa y no por el orgullo de
no volver antes de tiempo.
Pero estas explicaciones no le servirán a todo el mundo que
te va a echar de menos. A los que no ves frecuentemente, aunque siempre están
ahí, hay que hacerles un ejercicio de raciocinio. “¿Cada cuánto nos vemos
habitualmente? ¿tres? ¿cuatro? ¿cinco meses? ¡Ya verás como es más o menos lo
mismo! El tiempo pasa rápido y pronto estaré de vuelta”.
Además, hoy por hoy comunicarse es tan fácil. En Canadá
tendré número de teléfono canadiense, pero cuento con tener guasap, así que
estaré conectado gratuitamente en cualquier momento. El Facebook y este mismo
blog también servirán para mantenerme en contacto con amigos y familia. Y
después está el Skype, que me permitirá mantener en tú a tú con las personas más
próximas.
El único problema será la diferencia horaria. En Vancouver
son 9 horas menos. Así que habrá que encajar el mejor momento para comunicarse.
Pero lo principal es saber que la persona que quieres, aunque esté lejos, está
bien, y hoy por hoy hay muchas formas de saberlo y hacerlo saber.
Todo esto no
tiene nada que ver con los antiguos emigrantes. Que se iban sin saber adónde, ni con quién ni con qué se iban a encontrar, que tardaban semanas en tener noticias
de su gente a través de carta… Y que en la mayoría de los casos no tenían ni
idea del idioma del nuevo país.
Pues eso, que sí, que es duro, que estar lejos de algunas
personas será tedioso en algunos momentos y no sólo para ti, sino también para
ellas. ¡Lo sé! Y en mi caso también. Pero vamos a intentar hacer las cosas lo más fácil posible. ¡Fuera dramas!
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